miércoles, 29 de mayo de 2019

Viajes a Villa Federal en diligencia

por Darío H. Garayalde para El Heraldo - Publicado el 26 de mayo de 2019 -textual-.

El viaje costaba entre 12 y 20 pesos en promedio. 
La Agencia en Federal era la Casa Barrueco de don Juan Barrueco y de Concordia salía de la calle Catamarca 66, donde hoy está la pizzería “La Posta”. Aunque no era la única como veremos


La diligencia recorría 26 leguas. La velocidad promedio se mantenía siempre que el camino lo permitiera. Debemos saber que el vehículo iba por campos particulares con “servidumbre de paso” y había que ir abriendo los portones de las estancias, pero el camino en sí era muy malo cuando estaba seco ya que las huellas de animales, de carros u otros vehículos eran muy profundas y por otra parte cuando llovía era muy pesado para transitarlo. Cuando el río Gualeguay estaba crecido, se cruzaba en una balsa cuya maroma que se cinchaba con caballos o de lo contrario pasaban los caballos a nado y el vehículo en la balsa.
En sus inicios, la mensajería en Villa Federal era de propiedad de don Juan Cruz Eguillord y siendo Gobernador de la Provincia el General Eduardo Racedo (1883 – 1887) que promulgó un decreto subsidiando el servicio con $ 30 mensuales el 5 de mayo de 1887. “quedando obligado el señor Eguillord a hacer un viaje semanal redondo y ceder al Gobierno un asiento en cada uno de ellos” según el Gobierno era muy importante el sostenimiento de ese servicio y que ofrece comunicación a los Distritos de Federal, Moreira, Chañar y Yuquerí, además de Concordia.
La diligencia iba atravesando campos agrestes y totalmente despoblados circulando penosamente por un camino muy accidentado por el que solo circulaban estas mensajerías, los paisanos en sus caballos y alguna tropa de ganado o carretas cargadas de leña por lo que los baches y huellas profundas era el obligado paso de este servicio.
Don Lázaro Torres tenía también un servicio de mensajería y este dato lo obtengo porque el 6 de febrero de 1899 solicita la exoneración de impuesto por sus patentes de carruajes “pues como tiene un contrato con la Dirección General de Correos para el transporte de correspondencia…que su Empresa de Mensajería llamada “Progreso de Curupí” debe pagar anualmente” Por ello se accede a reclamo. Pero no se lo conceden en la misma forma a otra Empresa de don Isidro Mayol, pues no tiene el reparto de correspondencia como don Lázaro.
Las mensajerías fueron adquiridas más adelante por don José Pallejá & Cia
Este, español de nacimiento, siempre tuvo la inquietud de su ampliación y modernización. Para tal fin se asoció con la firma Coll & Sardá con gran experiencia en el transporte tanto terrestre como fluvial. Establecieron entonces dos líneas de mensajerías a Villa Federal.
Uno de los mayorales, de acuerdo a los datos de los que dispongo, era don Antonio Echeverría, oriental nacido en el Salto quien finalmente terminaría adquiriendo los vehículos con los que siguió prestando el servicio entre las dos poblaciones hasta su fallecimiento en 1929, haciéndose cargo por herencia sus hijos Florentino y Evaristo Echeverría.
Había también otra empresa de servicio de mensajería. La del señor Manuel Ledesma que efectuaba el servicio de Concordia a Carpinchorí, saliendo los domingos y regresando los miércoles
En 1916 ya se había sumado otra empresa de mensajería, propiedad de don José Oscar Castellanos denominada “La Entre- Riana”. Esta salía de la esquina de Alberdi y Urquiza (donde hoy está la Casa Cetrogar) había allí en el medio del terreno un rancho de adobe y techo de paja a dos aguas donde no solo se guardaban los arneses y recados de los animales, sino también los bultos pertenecientes a los pasajeros, canastos, baúles y paquetes que luego se cargaban en el techo de la diligencia. Salía de Concordia tocando los siguientes puntos: Robertone- “La Emilia” – Robledo – La Cruz – Paso de Gallo – Jaime Bou – San Esteban – Caraballo – Carpinchorí – Atencio y Punta Laguna Benítez, Ramal del Paso Gallo al Federal.
La mensajería o diligencia salía a la medianoche o a la una de la mañana
Hay un pintoresco y fresco relato de don Hermenegildo Aramburu (a quien conocí porque era el padre de un compañero del colegio) que nos cuenta ”que en enero de 1909 hizo un día caluroso y seco. Yo debía viajar a la Villa de Federal en diligencia. Así eran llamados unos carruajes de cuatro ruedas, cubiertos, con una portezuela en la parte posterior y dos estribos de hierro para facilitar la subida y el descenso de los pasajeros. Dentro del vehículo, a los costados y a lo largo del coche, estaban instalados los asientos, más o menos para cuatro personas por sector. Afuera, en el pescante y junto al mayoral, a veces viajaban dos personas si, por razones de número, no tenían cabida en el interior. En general, por cada viaje, la diligencia llevaba entre diez y doce pasajeros. La mayoría lo componían mujeres, por cuanto los hombres usaban el caballo….lo arrastraban nueve o diez yeguarizos atados en tandas de tres, por lo cual, en la parte delantera y en otro animal, iba montado el postillón. Era este un robusto mozalbete de doce a catorce años, cuya principal misión, consistía en conducir el carruaje por la buena senda de los accidentados callejones. Entre el postillón y el mayoral que llevaba las riendas en el pescante, se entablaba un diálogo a gritos para entenderse y cumplir la riesgosa misión.
La Agencia o lugar donde se reunían los viajeros estaba ubicado en un solar de las calles Urquiza y Alberdi, actualmente ocupado por una estación de servicio… como yo vivía un poco alejado (en el barrio del Saladero Grande) vine hasta el lugar de partida durante la tarde anterior. Junto a otros parroquianos, dormimos con los peones en el piso natural del rancho.
Alrededor de las dos de la mañana ya todo era movimiento y se habían enganchado los yeguarizos…. Aproximadamente a las tres de la mañana salimos de la agencia entre gritos y despedidas. El mayoral la emprendió con su corneta de guampa y, como anunciando que nos marchábamos, durante varias cuadras dejó oír sus estridencias, hasta que prontamente salimos de la población dormida para entrarnos en esos callejones oscuros y solitarios. El tropel de la caballada y el rodar de la diligencia retumbaban en las inmensas soledades y anunciaban su paso. Y no eran pocas las sacudidas a que se sometía el pasaje. El camino era en general muy accidentado, y solo circulaban por el las diligencias, los paisanos en sus caballos y, a veces alguna tropa de ganado…. En la primera posta nos aguardaban ya con los animales de refresco. Era un rancho perdido entre la tupida arboleda a la vera de la ruta. En pocos minutos todo estuvo listo para seguir rodando. El sol ya hacía sentir su calor y la polvareda del camino, quedaba atrás como una nube gris. Al promediar el día nos encontramos con otra posta y nuevamente se hizo el cambio de animales. El mayoral anunció que nos detendríamos una media hora, para merendar y echar un trago. En el rancho de la posta, un criollo tenía un casco de vino común, alguna bolsa de galletas, unas latas de sardinas, todo esto constituía el surtido del hospedaje. La media hora pasó y ya nos encontramos nuevamente rodando, ya con mucho calor, sol ardiente y tiempo seco.
La casa a la izquierda de la foto es el hotel que menciona el Sr. Aramburu y frente al sitio destinado a la plaza
Alrededor de las cuatro de la tarde, bastante cansados, la corneta anunció la llegada a la villa.
Fuimos a parar en una esquina, frente a un potrero alambrado destinado a la plaza. Estábamos en el hotel de doña María, viuda de Anzoátegui, donde esperaban los familiares que llegaban. El cartero del pueblo desató del mazo de piezas de correo y comenzó a repartir la correspondencia, que ya esperaban algunos vecinos, como así también paquetes de encomiendas. En contados minutos todo quedó solucionado, retirándose los viajeros con sus familiares y dando muestras del duro andar durante trece horas, llenos de tierra pero satisfechos de haber cumplido la jornada. Se decía que ir a Villa Federal era ir “donde el diablo perdió el poncho”. Efectivamente eran malos caminos perdidos entre montes de espinillos, algarrobos, ñandubays, carandaes, sin poblaciones, sin ganados, sin siembras. En el trayecto se encontraban carros o carretas tiradas por bueyes que hacían el transporte de mercaderías, únicos signos de vida humana, después de las postas en aquellas soledades…” (Relato del viaje del Sr. Hermenegildo Aramburu -Luis María Medina “APUNTES PARA LA HISTORIA DE CONCORDIA EME Ediciones 2004)
Como decía el Sr. Aramburu, en las postas se cambiaban los caballos, que eran todos del mismo pelo para diferenciarlos de la anterior remesa o de la siguiente. Había una posta cada cuatro leguas (20 km) y la más conocida era la de Murguía. La distancia entre las postas era esa, cuatro leguas. Jamás podía pasar de ese límite en todo el territorio de la provincia. Si existían inconvenientes era necesario acortar antes de extender más de lo dispuesto en la ley.

Alicia Presas Ginzo
Don Antonio Echeverria .
Alicia Presas Ginzo
La Agencia de diligencias " La estrella Federal " y "El Progreso."
Alicia Presas Ginzo
Muchas gracias por la nota !!! Nuestro abuelo Antonio Echeverría tuvo la agencia "La Estrella Federal "y "El progreso ",en la esquina de Los Capuchinos.Tambien en 1900 tenía la función de Correo,tarea que continuó su hijo -Florentino,el mayor de 15 hijos.Cuando el tren desplazó la función ,el solar donde tenía estación fué donado para el Polideportibo de Federal , que llava su nombre .La hija de Evaristo mantuvo la propiedad donde funcionaban los galpones con todas las herramientas hasta su último día ,hace pocos años .Una de sus hijas Justina Echeverría fue una destacada tenista en los comienzos del Tennis Club, continuando en Misiones .Don Antonio colaboró con los emprendimientos de la ciudad ,como el Hospital ,el Cementerio nuevo ,la Biblioteca .No lo citan historiadores de Concordia -quien sabe porqué-Sí figura algo de su trayectoria en "Los Vascos en Entre Ríos "obra de Soler,Marcó Muñoa et al.
Salvador Reale
Felicitaciones Darío, muy interesante como siempre, saludos.
Hugo Diaz
Una joya mas de Darìo. Muchas gracias.
Hugo Piti
...LOS CAMINOS SIGUEN IGUAL !!!
Ricardo Daniel Romaj
Que interesanteee

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